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viernes, 7 de septiembre de 2007

Reproducción

A diferencia de los peces óseos, que por regla general alumbran grandes masas de crías diminutas e inmaduras, la mayor parte de los tiburones alumbran a crías grandes y bien desarrolladas, hasta un número máximo de 100 por camada. El tiburón tigre, por ejemplo, sólo da a luz a dos crías por camada. La fecundación es interna: el macho inserta uno de sus órganos copuladores en la hembra. La mayoría de los tiburones son ovovivíparos, es decir, los huevos se abren en el interior de la hembra, que alumbra crías vivas. Algunos son ovíparos; ponen huevos protegidos por una cáscara córnea con filamentos que sirven para anclarse a rocas o plantas marinas. Otros son vivíparos: las crías se desarrollan en un útero análogo al de los mamíferos. El saco de la yema del huevo se convierte en una placenta en los pliegues de la pared uterina y proporciona nutrientes al embrión. El desarrollo embrionario dura más de seis meses y, en el caso de la pintarroja del Atlántico, dura cerca de dos años. Al nacer, las crías de algunas especies grandes miden más de 1 m de longitud y son nadadores veloces que se alimentan de las mismas presas que los adultos. En muchos casos, las crías nacen en zonas protegidas próximas a la costa, lejos de los machos. Los tiburones ayunan durante largos periodos en la estación de reproducción y se mantienen recurriendo a las grandes reservas de lípidos almacenadas en el hígado. Así evitan devorarse los unos a los otros, así como a las crías.

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