Científicos australianos creen haber encontrado una potente arma en la lucha contra el cáncer. Se trata, ni más ni menos, de la sangre de los tiburones. Según comentan, el flujo vital de los escualos reúne las características necesarias para, si la investigación prospera, convertirse en un excepcional medicamento para combatir la terrible enfermedad.
Al igual que los humanos, estos animales acuáticos poseen un sistema inmunológico basado en anticuerpos. Sucede que en los tiburones esas moléculas son especialmente fuertes. Por ejemplo, pueden soportar temperaturas muy altas y sobrevivir en entornos de elevada acidez. Así serían capaz de sobrevivir a las duras condiciones que se dan en el intestino humano, y por tanto resultarían aptos para incluirlos en un tratamiento basado en pastillas.
Es necesario puntualizar que, incluso en caso de desarrollarse satisfactoriamente, el procedimiento no sería capaz de erradicar la afección. Pero sí estaría en concidiciones de frenarlo. De hecho, las pruebas de los investigadores demuestran que el uso de compuestos basados en la sangre de los tiburones puede ralentizar la expansión del cáncer de mama.
El profesor Mick Foley, de la Universidad La Trobe (en Melbourne) ratifica los avances de este estudio. “Realmente las células se expanden menos que donde no añadimos anticuerpos de tiburón, o donde agregamos anticuerpos de tiburón completamente irrelevantes”, afirma. El tratamiento también podría ser efectivo contra la artritis reumatoide o la malaria. Y en la voluntad más optimista de Foley hasta podría eliminar el cáncer. Un mensaje esperanzador para los numerosos pacientes a los que afecta esta enfermedad, que por fin podrían bromear sobre su estado de salud como hace Steve Jobs.
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